domingo, 2 de marzo de 2008

El éter, el espaciotiempo y la espuma cuántica

Desechada ferozmente la idea del llamado éter lumínico que pretendía dar soporte a la transmisión de la luz, considerada ya como una onda electromagnética, vemos que, en primer lugar, Einstein imagina el espacio como un ente físico que se deforma por la acción de las masas gravitatorias y, a continuación, la mecánica cuántica nos habla de la estructura del vacío como un lugar atestado de objetos en constante mutación.

Resulta que, al final, las ondas electromagnéticas, como las ondas mecánicas de la física de Newton, sí necesitan un medio de propagación llámese éter o espuma cuántica.

¿Por qué, entonces, el famoso experimento de Michelson y Morley no detectó el llamado viento de éter?

Pienso que flotamos en un universo cuyo vacío es un sustrato físico que nos empapa y llevamos puesto a todas partes. Es más, seguramente ese sustrato es más denso en las grandes masas gravitatorias.

Los objetos macroscópicos del universo: átomos, planetas, estrellas,... son "transparentes" a ese sustrato, a esa sopa en la que estamos sumergidos y penetra en nosotros como un fantasma.
Nuestro movimiento no le afecta y su presencia no nos frena puesto que forma parte de nosotros.

Así pues, si las ondas electromagnéticas son una vibración de ese sustrato, queda perfectamente claro por qué su velocidad, la velocidad de la luz, es independiente del movimiento del objeto que las produce ya que el sustrato y el objeto que porta el foco de luz se mueven juntos.

Podemos establecer una analogía parcial entre la luz y el sonido. En la atmósfera terrestre las ondas sonoras se desplazan a una velocidad que es independiente de la fuente de sonido, es decir, un avión a 900 Km/h produce ondas de sonido que se desplazan a la misma velocidad que el sonido de un flautista sentado en la hierba.

Eso es seguro, ya que sabemos que un avión puede, incluso, alcanzar e ir más rápido que el propio sonido que producen sus motores.

La diferencia es que el avión mueve el aire a sus alrededor y, La Tierra, en su paseo sideral, no perturba el "éter" o al menos no somos capaces de apreciarlo.

Así, una onda electromagnética no es más que una vibración de ese sustrato que conforma el universo. Y, al igual que las ondas mecánicas, no tiene entidad propia, su existencia no es más que la vibración de algún objeto material.

Me explicaré: sobre las ondas que se forman en la superficie de un estanque decimos que tienen energía (en el caso de un maremoto vemos cómo esa energía provoca desastres).
Sin embargo, no es la onda la que tiene la energía -puesto que en realidad no existe-, la energía la tienen las moléculas de agua que se agitan y comunican su energía, por contacto, a las moléculas vecinas.

Igualmente, la energía de un rayo de luz no es más que la energía que, por contacto, se transmite por el vacío cuántico.

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